sábado, 15 de junio de 2013

Según ellos, todo lo bueno sucede cuando no estamos.

Aquí escribo el extracto de un artículo de uno de mis columnistas favoritos como lo es Rafael Jiménez Moreno, publicado en su columna ''Justamente'' del 14 de junio de 2013. El título es: ''Y todo justo cuando no estamos''. Dice así:
''NO hay guerra psicológica más asquerosa desde el punto de vista mentepollístico, que aquella que pretende hacer de nosotros la vera imagen del tedio y del aburrimiento. Y esto sucede cuando los falsos amigos se empeñan en convencernos de que las cosas se ponen buenas justo en el momento en que nosotros no estamos presentes.
Si acaso duda usted de la veracidad de este grave señalamiento, amigo lector, lo invito, a observar el malsano placer que agita el rostro de los tales sujetos cuando recuerdan frente a nuestras narices los pormenores más escandalosos de la fiesta a la que no asistimos, pero también cuando comentan los resultados extraordinarios alcanzados en la reunión de trabajo a la que no fuimos convocados o evocan las arrebatadoras pasiones vividas en ese polémico concierto del cual jamás seremos público.
No consigue uno entender cómo los amigos de toda la vida, esos predecibles sujetos que a duras penas sobreviven de la renta simbólica de viejas y frenéticas borracheras, puedan convertirse en apenas una noche en exultantes tarambanas que cantan a los cielos, al mejor estilo de los juglares medievales, la prez inmarcesible de sus horas de farra.
''¿Pero por qué no me llamaron. cuerda de canallas''?, increpa con rabia la víctima excluida de los goces libertinos. ''¡Por supuesto que lo hicimos, hermanito querido! Lo que pasa es que tu celular es un pote y se la pasa fuera del área de cobertura'', responde con cinismo la morralla de los falsos amigos, esos que todos los fines de semana supuestamente nos contactan, pero jamás nos consiguen, porque nosotros, pobres infelices, dizque nunca aparecemos en el radar de la diversión y nuestro plan de ''éxito social'' siempre se halla sin saldo.''

Paráfrasis:
Lo que más me llama la atención de este artículo es el resumen tan conciso hecho por Rafael Jiménez Moreno, respecto a la forma de actuar de aquellas personas tan falsas como una escalera de aníme, ya que a todas ellas, solo les importa compartir sus tristezas y disfrutar para jactarse sus alegrías. Esto refleja la pobre empatía, falta de interés, yoísmo y egolatría que les caracteriza.
Personalmente, a mi, eso me afecta en un porcentaje mínimo, porque soy una persona relajada que no le gusta estar ''fiesteando'', tomando alcohol en exceso sin un motivo importante (no bebo alcohol) o ''saliendo'' con chicas para satisfacer el ego (porque eso es lo que hacen los jóvenes en Venezuela, solo pantallear, porque nadie cuadra con nadie).
Lo poco que me molesta de oír a estos bocazas arrogantes, narrar sus ''aventuras'' nocturnas es porque demuestran que son gente pobre de mente y con la crisis que vive mi país, me pregunto: ¿Y esta es la generación de relevo que se supone sacará al país de este atolladero?

Fernando R.

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