Segunda regla del plano físico. Nota del Dr. Jorge Olguín.
Analicemos ahora la segunda regla: Muchas personas, envueltas en el torbellino de su propio ego, no se dan cuenta que a veces hieren a gente de su entorno con distintas actitudes o falta de ellas. No lo hacen premeditadamente, sino porque no aplican la segunda regla de la felicidad y sin querer, a veces hacen pasar a esas personas por situaciones difíciles de manejar, ya sea por no ponerse "en lugar del otro" y creer que él va a asimilar todo lo que le generemos. Tengan en cuenta esto: Un acto hostil no se limita solo a una agresión verbal o de hecho, eso sería lo más básico. Un acto hostil también comprende el no respetar al otro, ya sea no acusando recibo de sus palabras o no teniéndolo en cuenta (esto lo desarrollo en forma más extensa en la cuarta parte: Las formas del respeto).
Hay personas que causan en los demás cosas que no pueden experimentar con facilidad, porque están envueltas en sus propios problemas y no ven más allá de sí mismas. Otras, en cambio, lo hacen inconscientemente porque no aprendieron qué importante es para el otro el ser tenido en cuenta. Hacer caso omiso de esa persona también es un generador de actos hostiles.
Y reitero algo que dije recién porque es importante recalcarlo: No solamente hay actitudes de determinada persona que los otros no pueden experimentar con facilidad y eso las pone mal, sino la falta de ellas también pueden afectar a quien espera un acuse de recibo. ¿Cuanta gente espera una explicación que nunca llega? ¿O una palabra de aliento que queda a flor de labios? ¿O un sí, o un no... para saber a qué atenerese? Entonces, a veces la falta de actitud también genera actos hostiles hacia la otra persona.
Pero como el Universo es un espejo, esos actos hostiles se vuelven en contra de la persona: por un lado se graban como carga negativa a nivel celular en la mente reactiva automática y lo hacen en forma de engramas. Por el otro, penetran como carga hostil en la mente reactiva impulsiva, alimentando el ego en forma de complejo de culpa inconsciente.
Entonces, si causas a los demás solamente aquello que puedan experimentar con facilidad, les generarás placer a sus vidas... con la consiguiente felicidad para tí.
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